9 insectos ingrávidos es una oda a lo minúsculo, a lo –casi– imperceptible. Estructurada en nueve miniaturas para soprano, piano y electrónica, su sonoridad se inspira en las características de los sonidos que producen estos pequeños y volátiles seres, los cuales constituyen, por su “secretísmo”, un sensacional escenario para la imaginación y reconstrucción poética de sus cualidades. Basada en una selección de haikús centrados en libélulas, mariposas y luciérnagas, la obra busca esa doble lectura “universal”, consciente del indispensable anonimato del haikú (que debe, “simplemente” atestiguar un acontecimiento natural) y, por igual, de la tendencia al simbolismo que impera en gran parte del arte occidental de los últimos siglos. La obra constituye una invitación a un espacio quasi acusmático de sonidos a menudo negligibles, secretos, audibles solo desde la propia razón.